Pedofilia:
“Evitemos que existan más Pablitos…entre todos podemos”
Por
Dra. Alicia Taliercio.-
Juez del Tribunal de Familia n° 4 del Dpto Judicial de Lomas de Zamora
Prof. titular de la "Cátedra de Familia y Minoridad" de la Facultad de Derecho de la U.N.L.Z
Prof. titular del "Post-Grado" de Familia y sucesiones de la Facultad de Derecho de la U.N.L.Z
Prof. de "Post-Grado" de "Medicina Legal" de la Facultad de Medicina de la U.B.A.
Recientemente declarada "Ciudadana Ilustre de Lomas de Zamora" por el H. Concejo Deliberante
Antes
de ser Juez, tarea que desarrollo hace 15 años, ejercía como abogada
especializada en familia, y pocas veces llegaron consultas de casos
de niños abusados, por lo que mi creencia, y luego comprobé que era la de
muchos, era que los abusos ocurrían en horas nocturnas y por malvivientes
extraños al niño o niña abusado.
Grande
y triste fue mi sorpresa cuando la experiencia me demostró, ejerciendo mi nueva
función, los muchos casos que llegaban a Tribunales, donde se
corroboraba que estos pequeños eran abusados en su propio entorno familiar, por
los seres más allegados y por quienes debían darles protección: padres,
padrastros, abuelos, tíos, hermanos mayores, novios o concubinos de la madre.
En algunos casos, fuera del entorno familiar directo, los abusos venían
de personas también allegadas, tales como maestros, profesores,
psicólogos de los pequeños, curas párrocos, es decir de aquellos en los que el niño,
naturalmente, depositaba su confianza.
Si bien al estudiar la problemática se descubre que el abuso hacia los
niños es milenario, solo recientemente ha recibido una definición:
pedofilia, como verdadero problema social. De todas las formas de
abuso, es la mas difícil de aceptar y reconocer. Recientemente las
investigaciones realizadas muestran que una de cada cuatro niñas y uno de
cada ocho niños son sexualmente abusados antes de alcanzar la mayoría de edad.
En el 90% de los casos el abusador es masculino y en el 85% es un
familiar directo.
Este tipo de abuso puede definirse como contactos o interacciones entre
un niño, niña o adolescente y un adulto, en los que el menor está siendo
usado para la gratificación sexual del adulto. Se incluyen una serie de
actitudes que van desde la exposición de genitales hasta la violación del pequeño.
El factor común que subyace es el abuso de poder o autoridad. El abuso
ocurre cuando una persona más fuerte o poderosa aprovecha la ventaja que
tiene sobre otras personas menos fuertes o poderosas, como los niños y/o
adolescentes.
Cuánto más cercana es la relación entre el adulto y el niño, mayor será
el daño potencial, ya que el abuso sexual intrafamiliar ocasiona a la víctima
importantes y, a veces, irremediables, daños psicológicos.
¿Cómo pueden ocurrir semejantes eventos? Se dice que el niño pasa por cinco
etapas diferentes. La primera, llamada del placer: es cuando el adulto comienza
con ciertas formas suaves de abuso, lo que acompañado por la confianza que el
niño, al comienzo mantiene hacia ese mayor, hacen que no lo sienta dañoso. Casi
de inmediato se pasa a la segunda etapa, la del displacer: esa persona
mayor se atreve a contactos más importantes que hacen "doler" al
pequeño y a la vez comienza en el niño una sensación de "que eso no está
bien". Pasan a la tercera etapa, la del Secreto: el adulto le dice al niño
"que de eso no se dice nada a nadie", "que es un secreto que deben
guardar solo entre ellos". En la cuarta etapa, el adulto no se
conforma con pedirle al menor que no diga nada, sino que Amenaza: si llegás a
decir algo, "voy a matar a tu mamá" o "lastimo a tu abuelo"
o a cualquier persona que para el pequeño sea un referente. En esta etapa el
niño comienza con síntomas tales como fiebres, diarreas, vómitos, taquicardias,
pues su cuerpo comienza a "decir" lo que no puede poner en palabras.
Llegamos a la quinta etapa, la que he dado en llamar la del cielo o del
infierno: es cuando el niño se atreve a hablar, a pesar de todo, pero
quien escucha puede ayudar o... destruir al pequeño. Les cuento un caso
paradigmático ocurrido en el Tribunal: una mañana recibimos un llamado
telefónico de un médico pediatra quien manifiesta querer hacer una denuncia de
abuso de un menor, solicitando” reserva
de identidad". Pregunta si se estaba tramitando el divorcio de tal
y cual persona, a lo que se le dice que si, que es un divorcio sin problemas,
de mutuo acuerdo, con la tenencia de un hijo menor de 8 años, PABLITO, a
favor de la madre, un régimen de visitas para el padre de fin de semana por
medio en la casa del mismo y una cuota alimentaria que se cumplía. El médico,
en una actitud valiente, manifiesta que el niño estaba siendo abusado por su
padre, y que la madre no lo sabía. Ante semejante situación citamos a la madre
y al pequeño, manifestando que era para un control, preguntamos si era atendido
por algún médico pediatra, lo que es afirmado, si lo llevó en los últimos
tiempos, a lo que la madre dice que sí porque el pequeño "hacía
fiebre". Preguntada respecto a los momentos en que eso ocurría, luego de
unos minutos de reflexión manifiesta que era cuando el chico venía de sus
visitas con el padre, atribuyéndolo a que el progenitor era bastante descuidado
y que estando en invierno, posiblemente no abrigara lo suficiente al
niño. Se le solicita autorización para aplicarle unos tests al pequeño, a lo
que conciente. Luego de unas reuniones con la perito psicóloga del Tribunal, la
misma requiere mi presencia, encontrándose con el menor, quien estaba
dibujando. Cuando me acerco le pide que me cuente lo que le había dicho a
ella..."mi papá me lastima la cola..." “Caramba eso es muy feo"
le manifestamos, "pero lo bueno es que te atreviste a decirlo". "Yo
no lo contaba porque mi papá me dijo que era un secreto entre nosotros y... que
si lo decía iba a matar a mi mamá..." "Bueno, pero hoy te atreviste y
te vamos a ayudar"..."Pero yo lo dije antes..." Pero
muy bien y a ¿quién se lo dijiste?..." a mi abuela Sara, es la mamá de mi
papá..." Y ¿qué te dijo la abuela?... Se produce un silencio, el niño
levanta la vista y con los ojos llenos de lágrimas manifiesta..."me dijo
que si me lo hacía mi papá estaba bien..." Profundizado el caso
resultó que el padre de este niño había sido violado a su vez en su infancia
por su propio padre, con el conocimiento y complicidad de la madre. Se repetía
la historia...
Obsérvese que gracias a la valentía del médico pediatra este
niño pudo ser salvado de continuar su vida en un calvario donde tenía que aceptar
la situación como "normal".
Destacamos la trascendencia que tienen las denuncias, haciendo hincapié en que
tanto los profesionales de la salud como los de la educación, tienen LA
OBLIGACIÓN de denunciar todo hecho de abuso que llegue a su conocimiento y que
no pueden excusar el no actuar por el motivo que se lo prohíba un superior,
pues a ellos también les cabe una sanción cuando, por no actuar debidamente o
entorpeciendo las denuncias, surjan situaciones no deseadas.
Evitemos que existan más Pablitos....entre todos podemos.